Un nuevo estudio de la Universidad de Ottawa sugiere que las autolesiones no suicidas (conductas como cortarse a sí mismo sin la intención de morir) podrían ser «contagiosas» entre los adolescentes, que tienen más probabilidades de hacerse daño cuando conocen a alguien que se ha autolesionado.
En el estudio, publicado en la revista revisada por pares Acta Psychiatrica Scandinavica, los investigadores utilizaron datos de más de 1400 adolescentes de entre 14 y 17 años. Básicamente, se centraron en las respuestas a la pregunta: «¿Alguna vez un amigo suyo se ha lastimado sin la intención de morir?» Una respuesta positiva sugirió que el encuestado tenía dos o tres veces más probabilidades de responder «Sí» a la pregunta de si habían pensado o habían hecho lo mismo.
Estos resultados son preocupantes, especialmente durante la pandemia de COVID-19, porque, además de ser un signo de angustia aguda, la autolesión no suicida es un predictor del comportamiento suicida posterior y está más extendido.
Se sabe que las autolesiones no suicidas son dos veces más comunes que los intentos de suicidio, y mucho más comunes que la muerte por este hecho. Además, los adolescentes que están expuestos al suicidio de algún compañero tienen más del doble de probabilidades de desarrollar un comportamiento suicida o de albergar pensamientos suicidas que aquellos que no están expuestos.
Según los expertos, la comunicación con un adulto es clave para prevenir este tipo de conductas. Las conversaciones con una persona de confianza que preste atención, sin la presión de ser juzgado, pueden ser útiles durante la adolescencia, incluso para aquellos que tienen pensamientos de autolesión. En contra de la creencia popular, no hay evidencias de que hablar del suicidio aumente el riesgo de suicidarse o autolesionarse.